El cáncer de nuestro país: La Corrupción
El Cáncer que consume a México
Como hemos visto en diferentes medios de comunicación, los
medios impresos y digitales, la corrupciónen nuestro país ha sido un tema y
problema indeleble, mucho se ha esperado en cuanto a una correcta
estructuración y aplicación de las múltiples, pero inútiles e ineficientes estrategias
para erradicarla.
Pero ¿qué hay detrás de este gran cáncer que nos ha llevado a la ruina a tal grado que, se gasta más en corrupción y se invierte menos, mucho menos en servicios para la población? , ¿Acaso todos somos parte de la corrupción?, ¿Se podrá borrar de una vez por todas? O quizás, ¿la corrupción se ha vuelto parte de nuestra forma de vida y nos da temor dejar de hacer uso de ella para evadir los obstáculos que el mismo sistema nos impone? ¿Será que sólo un grupo de individuos se beneficia de los actos y consecuencias de la corrupción?, ¿seremos todos culpables y cómplices de esta abominable enfermedad que nos consume a trozos?

Todos sin duda, hemos sido consciente o inconscientemente parte del problema que no nos ha dejado avanzar a otros horizontes, quedándonos estancados sin saber a dónde ir, a dónde virar. Ha roto el tejido social, pues disminuye la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, en sus gobernantes y finalmente entre ellos mismos. También afecta nuestra ética y nuestros valores, se disuelven, se esfuman, desaparecen.
La corrupción es el abuso o el uso erróneo del poder público para obtener un beneficio particular o también, la transferencia ilegítima de recursos de lo público a lo privado. Es el fenómeno por medio del cual un funcionario es impulsado a actuar de modo distinto a su ética y a las normas del sistema para favorecer intereses particulares a cambio de una recompensa (muy jugosa por cierto).

En términos simples, la corrupción
es pedir y ofrecer algo a cambio, sin embargo su naturaleza es totalmente
ilegal, puesto que transgrede normas y leyes, valores y ética de las personas. Es un vil
trueque que va quebrantando individuos, sociedades, instituciones y gobiernos. Esta
corrupción ha aumentado y dañado gradualmente nuestra sociedad, beneficiando a
algunos sectores privilegiados y flagelando a un sector mayoritariamente pobre.
El acto corrupto implica a dos partes: el
corruptor y el corrompido, es un ciclo en donde el corruptor es el iniciador
del proceso, el que persuade para obtener lo que pretende, bajo cualquier condición
y a cualquier costo. Del otro lado está el corrompido que es aquel que se deja
corromper, el que cede y continúa con el acto corrupto, por lo general se
encuentra en una situación o lugar conveniente para el corruptor, al igual que
este último, el corrompido establece
condiciones y requisitos que se deben cubrir para así poder obtener lo que se
desea. Ambos son culpables y ambos están interesados en ocultar el hecho
(aunque múltiples medios de comunicación han ventilado los favores por debajo
de la mesa, por debajo del agua), ya que finalmente la corrupción es una
delincuencia organizada, tecnificada y altamente respaldada por los dueños y
señores del poder.
Cabe señalar que no sólo intervienen individuos
en este proceso, también involucra a instituciones gubernamentales, de la
iniciativa privada y hasta incluso naciones enteras, con efectos secundarios
que dejan cicatrices aún sin sanar para sus pobladores.

O tal vez la forma más común de corrupción que estamos viviendo es la de cerrar la boca ante los actos de injusticia, al no exigir respeto a nuestros derechos, paulatinamente nos volvemos todos parte del sistema corrupto, somos cómplices agazapados, pasamos por alto actitudes y situaciones que, debemos entender, nos afectan a todos.
Aunque las instituciones gubernamentales se
han visto mucho más inmiscuidas en actos corruptos, tales como; tráfico de
influencias, desvío del erario público, crímenes que quedan impunes, compra de
voluntades y de votos, la iniciativa privada no se queda atrás. Simplemente, démonos cuenta de que las
empresas transnacionales contribuyen poco al pago de sus impuestos, violan la
ley federal del trabajo, exprimen y tiran al trabajador cuando más les sea
conveniente y cuando les plazca, hacen y deshacen y ninguna sanción se les
aplica, esto mi querido lector, es otra forma de corrupción, y de la más cínica
pues, a pesar de que contribuyen en la economía del país, se llevan su buen
pedazo del gran pastel que es, nuestro noble y vasto país, nuestra mano de
obra, nuestros recursos naturales.
Estas empresas corrompen y persuaden, ese es
su modus vivendi, así obtienen
beneficios extraordinarios y simultáneamente contribuyen a que el sistema
corrupto y el estado que lo aprovecha se mantenga en la cúspide, se prolongue
(como paga por dejar pasar las cosas por debajo de la mesa).
Todo esto porque el mismo estado lo permite,
cada quien ve su beneficencia, su bienestar y comodidad, aunque para lograrlo
implique soltar unos cuantos billetes. Siempre lo he dicho, si entre nosotros;
dentro de nuestro sistema político y de gobierno no predicamos con el ejemplo
de evitar corromper y ser corrompidos por otros, cualquier extranjero que se
instale, verá la forma más fácil de subsistir, es decir, perpetuar la
corrupción sin importarle; en lo absoluto, las consecuencias que pueda generar
con el transcurso del tiempo.
Sin embargo, no somos el país más corrupto,
mantengamos la esperanza de que tenemos la solución en nuestras manos para
poder gradualmente disminuir las prácticas corruptas, actualmente nuestro país
tiene un puntaje de 34 de acuerdo al Índice de Percepción de Corrupción que
realizó Transparencia Internacional en 2012, basándose en una escala del 0 al
100 (siendo 0 el puntaje más alto en corrupción y 100 el más bajo). Después de
México, le siguen con el mismo puntaje países como Algeria, Armenia, Bolivia,
Gambia, Kosovo, Mali y Filipinas, países en donde es común denominador la
pobreza y la desigualdad en la distribución de los recursos.
Por otro lado, los países con el puntaje más
bajo en corrupción son Dinamarca, Finlandia y Nueva Zelanda, todos con un
puntaje de 90, después le acompañan países como Suecia, Singapur y Suiza, con
puntajes de 88, 87 y 86 respectivamente.
Como ya he mencionado anteriormente, la corrupción
es un proceso el cual se genera desde las más altas esferas del poder, así
consecutivamente desciende hasta los niveles más bajos de la pirámide social
(teniendo a la clase dominante en la cúspide y a la clase sometida en la base).
Antes se observaba que la corrupción sucedía
mayoritariamente entre sujetos con altos cargos públicos, altos sueldos y
prestaciones; pero conforme se ha ido dispersando este cáncer, nos ha dejado
entrever que ahora cualquiera se corrompe y cualquiera puede ser corrupto, persuadir
y ofrecer algo a alguien a cambio de un beneficio individual e incluso
colectivo (como ejemplo tenemos a las organizaciones o sindicatos o empresas
que violan las leyes y códigos establecidos).
Hemos dejado avanzar esta enfermedad; hemos
alcanzado ese punto de confort en donde es más fácil estirar el brazo y recibir
dinero para evadir una responsabilidad y un compromiso. Los gobiernos actuales
y la sociedad en general no se han preocupado y ocupado en el desvanecimiento
de los actos ilícitos y corruptos.
Por estas razones, la corrupción la hemos
conformado todos y al mismo tiempo e irónicamente la solución, lo que quiero
decir es que tal vez nuestro error es pensar que “si la mayoría corrompe y se
deja corromper porque no deberíamos de hacerlo”, esa mentalidad es la que ha
venido a darle al traste a todas las fallidas iniciativas de combatir la
corrupción.
No basta con emplear discursos que promuevan
las denuncias de actos referentes a la corrupción o de campañas como la de “ponle
dedo al ratero” en Tijuana, por ejemplo. Vale más empezar con uno mismo, si
donde se generó la corrupción –es decir, de arriba- no se puede erradicar,
habrá que hablar con el sujeto del espejo, el cambio debe originarse desde
adentro, así como este cáncer pudo surgir desde dentro, así debe extirparse, ¿y
como diablos lo hago?, pues bien, no consecuentes las prácticas corruptas, no
sueltes dinero por agilizar trámites y traspasar normas y leyes, no te vendas
por unos pesos, no busques la comodidad dañando a los demás, no hipoteques tu
libertad y tu voz, no vendas tu alma al diablo.

Así se inició desde aquellos tiempos, la explotación
despiadada y deshumanizada, sin ninguna consideración a los pueblos
originarios; sin el debido respeto a su cultura y a sus creencias politeístas,
así como la depredación irracional de los recursos naturales, en medio de la
naciente corrupción de las leyes, instituciones y autoridades coloniales, que
formaron los cimientos de lo que tres siglos después sería, la nación mexicana.
Yo, al igual que todos los demás, no me
salvo de ser cómplice de esta corrupción implícita; puesto que en las instituciones
en donde trabajé anteriormente, tenía que persuadir personas para conseguir
información a cambio de mucho más información, pues en éste mundo capitalista
todo, mirado desde cualquier ángulo, tiene un valor específico. Poco a poco me
vuelvo más consciente y más crítica en cuanto al síntoma que presenta nuestra
sociedad como consecuencia de este gran cáncer; la desigualdad de oportunidades,
la mala distribución de la riqueza, contradicciones como los más ricos y los
más pobres en un mismo sitio, no cabe duda, ser corruptos nos destruye, nos
aniquila.
Cambiemos esa mala costumbre, ese vicio
cotidiano en nuestras vidas. Creo que aún es tiempo de hacer conciencia del
daño que nos hacemos como ciudadanos y como país, debemos actuar dentro de
nuestro entorno social (familia, trabajo, escuela, etcétera). Hagámoslo por nosotros,
por los que vienen detrás de nosotros y los que vendrán.
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